Un autobús, que transportaba a jubilados en un viaje de un día, chocó contra un camión en el suroeste de Francia el viernes 24 de octubre, estallando en llamas y matando a 43 personas.
El accidente tuvo lugar alrededor de las 7:30 de la mañana en un camino rural cerca del pueblo de Puisseguin, situado entre los pintorescos viñedos del de Burdeos y a 430 kilómetros de París.
Los pasajeros pertenecían a un club social para jubilados, que se había montado en el autobús poco antes del accidente. Había en total 50 personas a bordo, incluido el conductor. El grupo se dirigía a Arzacq-Arraziguet, a unos 193 kilómetros de distancia, donde tenían programado el almuerzo, según la prensa francesa.
En una curva cerrada, su autobús chocó contra un camión de madera, que circulaba dirección opuesta.
Ambos vehículos estallaron en llamas, matando a 41 pasajeros del autobús, al conductor del camión y al hijo de 3 años de edad de este último. Además 8 personas resultaron heridas, 4 de ellas de gravedad. La causa del accidente no está clara.
Xavier Subblet, alcalde de Puisseguin, dijo al diario francés Sud Ouest, que el conductor del autobús, que sufrió heridas leves, fue capaz de abrir las puertas para permitir que el mayor número posible de pasajeros salieran del autobús.
Fue el peor accidente de carretera acontecido en Francia desde 1982, cuando 53 personas, entre ellas 44 niños, murieron.
Presidente francés, Francois Hollande, en una visita a Grecia, describió los acontecimientos del día como una tragedia y prometió una investigación completa. El primer ministro Manuel Valls acudió al lugar y expresó sus condolencias a las víctimas y sus familiares. "Es una catástrofe increíble", dijo Valls. “Un golpe terrible para Francia."
Los vecinos describen la curva de la carretera donde se produjo el accidente como peligrosa. Las imágenes aéreas de la escena muestran los restos calcinados del autobús.
Los residentes de Petit-Palais-et-Cornemps, hogar de muchas de las víctimas, estaban en estado de shock viernes.
Fabienne Rogerie declaró que su padre era el presidente del grupo que organizó el viaje y que se encontraba entre los muertos. Los miembros del grupo iban a comer, divertirse y realizar las actididades típicas de un club de jubilados.
Los residentes dijeron a la televisión francesa que varios de los vehículos pertenecientes a los fallecidos continuaban aparcados en la plaza principal y que, en una comunidad tan pequeña, la mayor parte de las víctimas eran conocidas por todos.
"Es una vida triste,” dijo Jacques Deval, que conocía a algunos de los involucrados en el accidente. "Algunos de ellos eran personas con discapacidad; y no pudiron salir ".